-Es difícil escribir- decía una de mis alumnas en horas de taller.
-Mejor hagamos teatro o declamemos- manifestó otra en la segunda fila.
Realmente no es fácil enfrentarse a una hoja en blanco y escribir acerca de lo que hemos visto, de lo que hemos hablado o escuchado, por hablar de lo más sencillo.
Se nos hace un mundo pero hay que insistir. Hay que lograr que niñas y adolescentes escriban pequeñas notas, que cuenten por escrito, que digan lo que piensan, lo que sienten , lo que imaginan. A veces basta con darles " un hilito" del ovillo para que el relato fluya fácil, espontáneo, generoso. Tienen mucho qué decir los niños y los jóvenes ¡ vaya que sí! A través de lo que escriben conoces lo que les preocupa, lo que les interesa, sus incertidumbres, sus rebeldías. Al principio no lo dirán con total claridad, balbucearán, reiterarán pero... finalmente van descubriendo su mundo con mayor seguridad y entonces los verás concentrados en buscar la palabra exacta para colocarla en el texto. De paso, se dan cuenta, sin que nadie se lo repita, de la importancia de la lectura. Llevan ventaja los lectores consecuentes porque las palabras brotan rápidas y cuando menos lo acuerdan, han cubierto la cuartilla, que en su inicio les pareció difícil llenar.
Y al maestro le queda la enorme satisfacción del descubrimiento, amén de la ternura, el encanto de unos versos o de unos cuentos, libres de complejidades y artificios.
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