viernes, 12 de noviembre de 2010

A propósito de Alice Miller


Lo que decíamos en la nota anterior me trajo a la memoria el pasaje de "El secreto de las siete semillas de David Fischman" ¿Lo recuerdan?

Ignacio recibió del maestro la primera semilla. Después de cuatro semanas después de regarla y cuidarla diariamente observó que ninguna planta había crecido. ¿Qué había pasado?; quizá todo esto del Maestro era una tontera y él estaba perdiendo su tiempo.

Decidió regresar donde el maestro y pedirle explicaciones.

- ¡ Maestro!- le dijo en el colmo de su impaciencia. ¡Usted me esta haciendo perder el tiempo! ¡ He invertido cuatro semanas regando esta estúpida semilla y no pasa nada! ¿Cuál es el mensaje de sabiduría que debo descubrir? ¿Acaso los empresarios somos malos jardineros? Si en la oficina alguien se enterara de que he estado que he estado regando una semilla mágica, pensarían que soy un reverendo idiota. Dejémonos de juegos. Enséñeme sus técnicas de relajación, que es realmente para lo que he venido.

El maestro lo miró hasta el fondo de los ojos y le dijo con calma:

- Te di una semilla golpeada por un martillo. Jamás crecerá.

- Y para que diablos me dio la estúpida semilla? ¿Para hacer el ridículo? ¿De eso se trata? ¿Para ser feliz hay que humillarse y sentirse inútil?

- Ignacio –continuó el maestro- los niños son como semillas. Tenemos un potencial inmenso cuando nacemos, como si fuera un árbol de vida capaz de alcanzar las mayores alturas.

Pero si nuestros padres golpean la semilla, es decir nos maltratan, nos humillan, nos violentan y no nos valoran ni nos dan cariño, la semilla no germinará. A lo sumo si crece producirá un árbol débil y limitado.

Quería que vivieras en carne propia la imposibilidad de hacer germinar la semilla, para que nunca te olvides de este concepto. Sin embargo, a diferencia de las semillas, los seres humanos que han sido golpeados de niños, sí pueden crecer, desarrollarse y ser felices. Pero, para lograrlo, necesitan conocerse a sí mismos, tomar conciencia de su pasado y de cómo los afecta en el presente.

La primera semilla de la felicidad es el autoconocimiento.

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